Most Recent

Archive for mayo 2012


Pensemos por un momento en personas que son muy orgullosas. ¿Qué tienen en común? Tienen en común que se creen superiores a los demás. Se ven a sí mismos como más bonitos, más inteligentes, más talentosos, más simpáticos que el resto de la gente que los rodea.Con mucha razón C. S. Lewis afirmó que el orgullo tiene su base en la comparación o la competencia (Cristianismo 31 nada más., p.123). El orgulloso siente placer, no tanto por ser poseedor de algo valioso, sino por tenerlo en mayor medida que los demás. Es así como la mujer orgullosa de su hermoso cuerpo se vanagloria, por sobre todas las cosas, porque es más bonita que «la competencia». Y el talentoso jugador de fútbol se jacta, no tanto por dominar este deporte, sino porque es el mejor del grupo.
Esta actitud, sin embargo, no es buena. De hecho, la Biblia condena el orgullo y sus similares (la vanagloria, la altivez, la arrogancia, etc.) en forma contundente. Dice, por ejemplo, que el orgullo acarrea deshonra (Prov. 11:2), va seguido del fracaso (16:18) y de la humillación (29:23).
¿A qué se debe esto? Basta pensar en la caída de Lucifer para saberlo: «¡Cómo caíste del cielo, lucero del amanecer! Fuiste derribado por el suelo, tú que [...] pensabas para tus adentros: "Voy a subir hasta el cielo; voy a poner mi trono sobre las estrellas de Dios; voy a sentarme allá lejos en el norte"» (Isa. 14:12-13).
Yo, yo y solamente yo. El problema de Lucifer no fue su belleza, ni su inteligencia. Su problema fue que se comparó con los demás y se vio a sí mismo como la súper maravilla de la creación. Subió tanto que la caída no pudo ser más estrepitosa.
Y tú, ¿sientes que eres brillante? ¿Tienes muchos talentos? ¿Un bonito cuerpo? ¿Un rostro atractivo? Ten en cuenta dos cosas. En primer lugar, no te compares, porque no eres ni mejor ni peor que nadie. Todos somos hijos del mismo Dios. En segundo lugar, dale gracias a tu Creador, porque nada tienes que él no te haya dado.
Gracias, Señor, por los talentos y dones que me has dado. Me propongo usarlos para tu gloría. 
Recuerda, la palabra de Dios dice: 
Tras el orgullo viene el fracaso; tras la altanería, la caída. Proverbios 16:18

 Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala


Son muchas las historias que se cuentan de Nasrudín, un personaje legendario que se cree vivió entre los siglos trece y quince. Una de ellas relata que, mientras trabajaba como barquero, a Nasrudín le tocó transportar a un profesor de gramática.
—¿Cuánto sabe usted de gramática? —pregunta el hombre a Nasrudín.
—Nada —responde Nasrudín.
—Pues le diré que ha perdido usted la mitad de su vida.
Nasrudín guarda silencio. Más tarde durante el viaje, se desata una tormenta y la barca es golpeada con furia por el viento y las olas. Las aguas embravecidas golpean la pequeña embarcación y tanto Nasrudín como el profesor son lanzados con fuerza al agua. Entonces Nasrudín grita al profesor:
—¿Sabe usted nadar?
—¡No! —responde el hombre, aterrado.
—¡Pues le diré que ha perdido usted, no la mitad, sino toda su vida!

Si algo nos enseña este relato es que el conocimiento que puede ser útil en un aspecto de la vida, puede ser completamente inútil en otro. Por muy importantes que sean, por ejemplo, la gramática y las matemáticas, de nada sirven si te estás ahogando y no sabes nadar.

De acuerdo a esto, bien podríamos decir que hay conocimientos útiles y conocimientos indispensables, tal como lo ilustró el Señor Jesús con la parábola del hombre rico (ver Luc. 12:13-21). La habilidad de este hombre en los negocios le fue útil para acumular muchas riquezas. Sin embargo, resulta curioso que Dios lo llamó «necio». ¿Por qué lo llamó «necio» y no «sabio»? Porque este hombre había descuidado el conocimiento indispensable. Por muy hábil que haya sido en el manejo del dinero, no puede ser sabio quien solo haga planes para esta vida. No se le puede llamar sabio a quien pase por esta vida sin el conocimiento indispensable, el de Dios: A fin de cuentas, ¿quién es realmente «sabio»: el que más sabe, o el que sabe las cosas que más importan?

No permitas que ningún conocimiento secular, por importante que sea, te impida obtener el conocimiento más valioso: el del único Dios verdadero, y de Jesucristo, a quien él ha enviado. No hacerlo equivale a perder, no la mitad, sino toda la vida.
Padre celestial, capacítame para que nada me impida conocerte a ti, y a Jesucristo, tu Hijo amado.
Recuerda la palabra de Dios nos dice:  Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado. Juan 17:3, NVI " 

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala








¿Cuál es la mejor arma contra la tentación? Es la profunda convicción de que no importa donde estemos ni lo que hagamos, la presencia de Dios nos acompaña. Probablemente ningún ejemplo ilustre mejor esta afirmación que el de José, el hijo de Jacob.
Cuando era todavía un adolescente, José fue vendido como esclavo por sus hermanos a unos ismaelitas que iban rumbo a Egipto. Allí fue comprado por un capitán del ejército de Faraón llamado Potifar. Aparentemente, no pasó mucho tiempo antes que Potifar se diera cuenta de que «el Señor estaba con José y le hacía prosperar en todo» (Gen. 39:3, NVI), razón por la cual lo nombró su administrador principal. Pero así como la calidad del trabajo de José no pasó inadvertida para su patrón, el físico del muchacho tampoco pasó desapercibido para la esposa de Potifar, que comenzó a acosarlo sexualmente.
La hora de la verdad para José llegó un día en que «todo el personal de servicio se encontraba ausente» (Gen. 39: 11, NVI). Ese día, la desesperada mujer atacó con toda su artillería pesada. «¡Acuéstate conmigo!», le propuso la mujer a José. Y la cosa no era en juego. Si José cedía a las propuestas indecentes, traicionaba la confianza de su patrón y, peor aún, pecaba contra Dios. Si se negaba, arriesgaba su propia vida. La importancia de lo que estaba por ocurrir era de tal magnitud que, según Elena G. de White, «los ángeles presenciaban la escena con indecible ansiedad» (Patriarcas y profetas, p. 193).
¿Cómo resistió José semejante ataque? «Salió corriendo y dejó su ropa en las manos de ella» (vers. 12). ¿Por qué corrió? ¿No estaban sus hormonas funcionando bien? Nada de eso. Escuchemos por qué rechazó la tentadora oferta: «Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí, [...] excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?» (Gen. 39: 8, 9, NVI, el destacado es nuestro).
¿Dónde estuvo el secreto de su éxito? José nunca perdió de vista a Dios. Por eso, Dios nunca lo perdió de vista a él.
Señor, cuando llegue la tentación, que yo pueda decir: «¿Cómo podría yo pecar así contra Dios?».
Recuerda, la palabra de Dios te anima a pensar frente a la tentacion, preguntandote como Jose : “¿Cómo podría yo hacer algo tan malo, y pecar contra Dios?” 
(Génesis. 39:9).

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala




Estaba a bordo de un avión. La noche anterior no había dormido bien y me propuse recuperar parte del sueño perdido mientras viajaba. Me tocó uno de los primeros asientos. En la misma fila, pero en el ala contigua, se sentó un señor de mediana edad. Al parecer, tenía planes idénticos a los míos. Mientras me acomodé para dormir, él hizo lo mismo. Entonces ocurrió algo inusual. Apenas el hombre recostó la cabeza en el respaldo del asiento, en cuestión de segundos comenzó a roncar.

Y mientras él dormía plácidamente, yo ensayaba una y otra posición sin poder conciliar el sueño. ¿Por qué él podía dormir tan rápida y profundamente, y yo no?, me preguntaba. Entonces me puse a leer. El hombre durmió hasta que una azafata lo despertó para preguntarle si quería comer. Se despertó, devoró la comida y... adivina qué. De nuevo recostó la cabeza e inmediatamente se volvió a dormir! Y yo... bien, gracias. El hombre se despertó cuando el avión aterrizó. No pude evitar sentir cierta envidia.
El Diccionario de la lengua española define la envidia como la «tristeza o pesar del bien ajeno»; o también, el «deseo de algo que no se posee». En mi caso, no pasó de ser un sentimiento pasajero que desapareció cuando bajé del avión. La envidia no tuvo tiempo de ser alimentada.

El problema con la envidia comienza cuando abrigamos la idea de que nos falta algo que otros sí poseen: el bonito cuerpo de Andrea, la habilidad deportiva de Manuel, la simpatía de Carmen, el automóvil de Esteban... Y se complica cuando permitimos que ese sentimiento vaya creciendo. Es decir, cuando lo alimentamos. ¿Cómo se alimenta? Cuando nos dedicamos a pensar en «eso» que no tenemos: el cuerpo de Andrea, la habilidad de Manuel...

Ese fue, precisamente, el problema de Lucifer, con respecto a Jesús. Y también el de Caín con relación a Abel. Y el del rey Saúl con David. En cada caso, la envidia se fortaleció en el corazón, luego dio lugar al odio y, finalmente... llegó el desastre.

¿Cuál es la solución? Demos gracias a Dios por lo que tenemos en lugar de lamentar lo que nos falta.
Señor Jesús, gracias por las cosas buenas que me has dado y porque me amas tal como soy.

 Recuerda, la palabra de Dios dice: “La mente tranquila es vida para el cuerpo, pero la envidia corroe hasta los huesos” (Proverbios 14:30).

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala





¿Tú que piensas? ¿Aumentan o disminuyen las posibilidades de divorcio cuando la pareja ya ha tenido relaciones sexuales antes del matrimonio? 
La respuesta es: aumentan los divorcios. Esta es la conclusión a la que llega el psicólogo David Myers en su libro The Pursuit of Happpiness (La búsqueda de la felicidad, pp. 162,163.), después de analizar los resultados de siete estudios. Tres de esas investigaciones tuvieron carácter nacional: en los Estados Unidos, Canadá y Suecia. En todos los casos los resultados fueron similares: el porcentaje de divorcios aumenta significativamente entre las parejas que ha cohabitado antes de casarse.
¿Qué factores se combinan para que se produzcan estos resultados? El mismo Myers menciona que las parejas que viven juntos sin casarse son más propensas a tener relaciones fuera del matrimonio; es decir, tiende a ser infieles a sus cónyuges después de casarse.
Otros investigadores señalan que muchas de estas parejas que tienen sexo sin casarse por lo regular tienen pocas cosas en común. Por ejemplo, no comparten los mismos valores ni las mismas metas. Casi se podría decir que el vínculo que los mantiene unidos es el sexo. Pero ya sabemos que «no solo de sexo vivirá el hombre»
Hay todavía otro factor. Los jóvenes que experimentan con el sexo muchas veces terminan casándose con otra persona. Y después que se casan, no pueden evitar las odiosas comparaciones: «Mi esposa es una buena mujer, pero no supera a Patricia en la intimidad»; «Ricardo no sabe besar tan bien como lo hacía Carlos», etc.
En conclusión, si algo prueba los «matrimonios a prueba» es que son una desgracia, tanto para los que se aventuran en esta causa perdida como para la sociedad. Por lo tanto, vale la pena esperar hasta el matrimonio. Solo así disfrutarás sin sentimientos de culpa de las delicias de ese precioso regalo que Dios nos dejó: el sexo como parte de una relación de amor que se establece para toda la vida.
Padre celestial, ayúdame a esperar hasta el día de mi boda para disfrutar de la intimidad sexual como tú mandas.

 Recuerda , la palabra de Dios dice: "Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y lo dos llegan a ser como una sola persona. (Génesis 2:24)
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente - Por Fernando Zabala


Reflexiones populares

Translate/Traductor web

Seguidores

Archives

Vistas de página en total

© REFLEXIONES PARA VIVIR. 2010 | This wordpress temeplate was designed by Vcars | Converted to Blogger Templates and Blogger Themes for Shoe Shopping | Discount Watch