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Septiembre 16: No te juntes con los revendedores
El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el suelto de lengua. Proverbios 20:19

María y Aarón criticaron a Moisés, «el hombre más manso de la tierra». El nombre de María está primero y el verbo hebreo está en género femenino y en singular, lo cual quiere decir que fue María la que inició la crítica. No fue ni l,i primera ni la última crítica que recibió el varón de Dios, pero fue la que recibió l,i desaprobación divina de inmediato. ¿Por qué? Porque el Señor quería que sirviera minio advertencia para el pueblo de Dios. El texto sagrado dice: «¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue» (Núm. 12: 8, 9).


María fue severamente castigada por Dios: quedó «leprosa como la nieve» (Núm. 12: 10). Dios dijo que el castigo que le daba era semejante al que recibía una hija cuando era reprendida severamente por su padre. Pero el castigo de María fue más grande: Dios «se fue» (12: 9) del campamento. María fue echada del campamento y «tan solo cuando quedó desterrada del campamento volvió el nimbólo del favor de Dios a posarse sobre el tabernáculo» {Patriarcas y profetas, pp. 404,405). Todo el pueblo de Israel se detuvo siete días en el mismo lugar para esperarla. Todos supieron la causa de su castigo. «Entonces, humillado hasta el polvo el orgullo de ambos, Aarón confesó el pecado que habían cometido» (ibíd., p. 404).
(comentando dicho incidente, Elena G. de White advierte: «El que impuso a ciertos hombres la pesada carga de ser dirigentes y maestros de su pueblo, hará a este responsable de la manera en que trate a sus siervos. Hemos de honrar a quienes Dios honró, líl castigo que cayó sobre María debe servir de reprensión para todos los que, cediendo a los celos, murmuren contra aquellos sobre quienes Dios impuso la pesada carga de su obra» (ibíd.,p. 406).


Si crees que tu dirigente ha cometido un error, díselo. Hazlo con oración, con humildad y constructivamente; cara a cara, nunca a sus espaldas. Dilo a la persona afectada, en privado, no en público. No lo compares con otras personas. No juzgues sus intenciones. Critica los hechos reales. Si no lo comprendes todo bien, no critiques. Procura ponerte en los zapatos de la persona criticada.
Si eres tú el criticado, sigue el ejemplo de Moisés. Si tienen razón, escúchalos. Si no, deja que Dios te defienda, a su tiempo y a su modo. Él hace mejor las cosas.




Septiembre 15 : Para bien o para mal
Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina. Proverbios 12:18
¡Qué actividad tan penosa e indigna es andar en chismes! No solo penosa e indigna, sino peligrosa y maligna. ¿Por qué insistir en el mal que ocasiona una persona que anda en chismes? Todos sabemos que es incalculable: siembra 'rencillas entre parientes y vecinos, es como un revendedor que toma el chisme de una casa y lo lleva a la otra. La persona que anda en chismes es peligrosa para el mundo y para la iglesia.

Dios estableció una legislación para detener esta peligrosa actividad entre su pueblo: «No andarás chismeando entre tu pueblo» (Lev. 19: 16). «Es decir, propagar rumores dañinos, ya sea porque no son ciertos, o porque perjudican a la persona implicada. Los rabinos enseñaban que eran tres los pecados que quitarían al hombre de este mundo y lo privarían del mundo futuro: idolatría, incesto y homicidio, pero que la calumnia era peor que estos, pues mataba a tres personas a la vez: al calumniador, al calumniado y al oyente. Es más efectiva que una espada de doble filo» (Comentario bíblico adventista, t.l,p. 804).


Chismorrear es cosa seria. Y no creas que solo es chismoso el que dice una mentira; también lo es quien transmite con ánimo calumnioso un caso verdadero. Y también es mentiroso y calumniador quien le hace caso y le presta oídos generosos.


El chisme implica complicidad secreta. El chismoso solo se siente cómodo cuando puede actuar encubierto. El sabio Salomón advierte al cristiano que no debe entremeterse «con el suelto de lengua», otra designación de infamia. Sobre este asunto del chisme es muy interesante lo que escribió E. Cabannau, bajo el título "Mi nombre es... ¡chisme!": «No tengo respeto por la justicia. Mutilo, pero sin matar. Rompo corazones y arruino vidas. Soy astuto y malicioso, y gano fortaleza con la edad. Mientras más se me cita, más se me cree. Florezco en todos los ámbitos de la sociedad. Mis víctimas están indefensas. No pueden protegerse de mí, porque no tengo nombre ni cara. Seguirme es imposible, porque me oculto en la multitud y en la oscuridad. Una vez que mancho una reputación, nunca vuelve a ser como antes. Derribo gobiernos y destruyo matrimonios; arruino carreras y provoco noches de insomnio, dolores en el corazón y pena. Hago que las personas inocentes lloren en su almohada. Llego a los titulares de los diarios y provoco angustia». Sigamos hoy el consejo y la ley de Dios.
Septiembre 14: Cuando criticar no es pecado
Y dijeron: «¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová?¿No ha hablado también por nosotros?» Y lo oyó Jehová. Números 12:2



María y Aarón criticaron a Moisés, «el hombre más manso de la tierra». El nombre de María está primero y el verbo hebreo está en género femenino y en singular, lo cual quiere decir que fue María la que inició la crítica. No fue ni la primera ni la última crítica que recibió el varón de Dios, pero fue la que recibió la desaprobación divina de inmediato. ¿Por qué? Porque el Señor quería que sirviera como advertencia para el pueblo de Dios. El texto sagrado dice: «¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue» (Núm. 12: 8, 9).


María fue severamente castigada por Dios: quedó «leprosa como la nieve» (Núm. 12: 10). Dios dijo que el castigo que le daba era semejante al que recibía una hija cuando era reprendida severamente por su padre. Pero el castigo de María fue más grande: Dios «se fue» (12: 9) del campamento. María fue echada del campamento y «tan solo cuando quedó desterrada del campamento volvió el simbólo del favor de Dios a posarse sobre el tabernáculo» {Patriarcas y profetas, pp. 404,405). Todo el pueblo de Israel se detuvo siete días en el mismo lugar para esperarla. Todos supieron la causa de su castigo. «Entonces, humillado hasta el polvo el orgullo de ambos, Aarón confesó el pecado que habían cometido» (ibíd., p. 404).

Comentando dicho incidente, Elena G. de White advierte: «El que impuso a ciertos hombres la pesada carga de ser dirigentes y maestros de su pueblo, hará a este responsable de la manera en que trate a sus siervos. Hemos de honrar a quienes Dios honró, el castigo que cayó sobre María debe servir de reprensión para todos los que, cediendo a los celos, murmuren contra aquellos sobre quienes Dios impuso la pesada carga de su obra» (ibíd.,p. 406).

Si crees que tu dirigente ha cometido un error, díselo. Hazlo con oración, con humildad y constructivamente; cara a cara, nunca a sus espaldas. Dilo a la persona afectada, en privado, no en público. No lo compares con otras personas. No juzgues sus intenciones. Critica los hechos reales. Si no lo comprendes todo bien, no critiques. Procura ponerte en los zapatos de la persona criticada. Si eres tú el criticado, sigue el ejemplo de Moisés. Si tienen razón, escúchalos. Si no, deja que Dios te defienda, a su tiempo y a su modo. Él hace mejor las cosas.



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